miércoles, 9 de junio de 2010

Columnista invitado




Entre la preocupación por las deudas y tratar de hacer clases

Por muchos es sabido lo dificil que se ha tornado en los últimos años el ejercicio docente. Teniendo claro la brecha existente entre la educación municipalizada, subvencionada y privada, los profesores, otrora socialmente considerados como los actores de la enseñanza, viven entrecruzados por realidades dispares.

Para ahondar un poco en la temática del sector más pauperizado del profesorado (sector municipal y subvencionado), partiremos desde la cotidianidad analizando las distintas experiencias a las que se enfrentan estos denominados “obreros de la educación”, para graficar un poco el panorama que un estudiante de pedagogia debe tener presente para conocer las alternativas de su futuro como profesional.

¿A qué realidad debe enfrentarse un reciente egresado de pedagogía? Y más específicamente, ¿cómo enfrenta un estudiante de pedagogía de la UPLA su realidad como trabajador?

Planteados varios análisis respecto a los efectos provocados por la lógica de la educación de mercado, lo cierto es que una de las consecuencias más complejas a las que se tiene que enfrentar un profesional “recién salido de paquete”, es justamente encontrar trabajo. Si bien es cierto, esta es una problemática que atañe transversalmente a varias carreras, la pedagogía se destaca por ser una de lás más representativas. La sobresaturación del mercado laboral de profesores (esceptuando algunas carreras como ciencias y matemáticas), destacando las carreras de corte humanista, han hecho que exista una mano de obra flotante de profesores considerable, que ha sumado a las políticas de flexibilización y la modalidad de trabajo a contrata imponen un escenario laboral pauperizado, reducido, inestable y de bajos salarios.

Con la existencia de variadas modalidades de financiamiento para la educación superior, es clara la dicotomía existente entre esta ampliación del mercado estudiantil y las posibilidades concretas de inserción laboral futura. Es por esta razón que para aquellos estudiantes que fueron “beneficiados” por las distintas vías de financiamiento (fondo solidario o aval del Estado) los dos años de gracia que separan al egreso y al comienzo del pago del crédito, transcurren para muchos en un clima de inseguridad.

En años anteriores, eran muchas las voces que culpaban a los egresado morosos por los problemas de financiamiento de las Universidades, destacando que su inculplimiento impedía que otras estudiantes puedieran optar a los beneficios del crédito. Con sentimineto de culpa, muchos hoy se ven incapacitados, en la concreta, para poder responder a esta deuda, no tan sólo por no querer, sino también por la incapacidad de hacerlo. Inclusive, teniendo presente el clima de competencia laboral, el responder al pago del crédito se hace mucho más dificil en la actualidad.

Con un mercado estudiantil que concretamente no asegura más que una inserción a un campo laboral precarizado y con la difcil misión de hacer clases en una sociedad donde la palabra del profesor vale menos que la de un personaje de un “reality show”, los que elijan esta profesión deben sumar a la palabra vocación, la palabra valentía.

Luis Andrés Pérez Maldonado, Profesor de Historia y Geografía
Liceo polítécnico Corporación municipal de Talagante

(Danilo Billiard)

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