martes, 25 de mayo de 2010

¿Quién tiene la culpa? (EDITORIAL)


Primer anuncio presidencial emitido por la Derecha desde hace décadas, aunque eso no fue lo novedoso de la jornada. Lo novedoso de la jornada tampoco fue la ya tradicional marcha convocada por asociaciones gremiales de trabajadores y diversas organizaciones políticas, que finaliza con una que otra escaramuza en el sector de la Avenida Francia con Pedro Montt, las que disminuyen año tras año.

Lo novedoso son los aplaudidos anuncios, verdaderos ofertones tipo “combos” al estilo de los locales de comida chatarra, prometiendo plata por doquier, plata y más plata. Y cómo no, si la ley de donaciones privadas le vino como anillo al dedo a su gobierno, contando con el respaldo consecuente de sus pares, el mundo empresarial, que se metió la mano al bolsillo y sin tiritarle la chequera, depositaron de sus arcas privadas lo necesario para posicionar al gobierno del señor Piñera. Un gesto correcto entre los dueños del poder y la riqueza.

Sin embargo allá abajo, en el país olvidado, donde se vive la vida como es acá en Chile, con cesantía, pobreza, deudas y enfermedades psicológicas producto del estrés laboral, la insatisfacción individual y todo lo que significa un existir ensimismado, alienado, enajenado, allá abajo la cosa sigue tal cual como hace décadas, cuando nos prometieron la alegría.

Si, entre lo novedoso de esos anuncios se echan de menos las discurseadas “medidas concretas”, que parecen quedar relegadas a segundo plano por este tan manoseado “año de la reconstrucción” que justifica todo lo que se hace y no se hace desde el gobierno (es que el terremoto fue otro anillo al dedo para Piñera).

En el caso de los estudiantes universitarios, no se ha mencionado nada acerca de las nuevas políticas para la Educación Superior (ESUP), y la reforma al pregrado ha quedado en stand by probablemente hasta el próximo año. Focalizar los recursos hacia los postgrados, acortar las carreras de pregrado y darle énfasis al grado profesional en detrimento del académico (que se obtendría mediante un postgrado), son algunas de las medidas que más suenan para la esperada reforma, que se materializaría en la Ley de Educación Superior, la última patita de la privatización del sistema educacional en Chile.

Lo cierto es que los problemas por acá abajo son exactamente los mismos, y lo seguirán siendo con o sin Piñera en el gobierno. En ese sentido podemos reconocer la excelente partida de ajedrez que jugó el gobierno de Lagos con los estudiantes (año 2005), privatizando por completo la entrega de ayudas estudiantiles mediante la promulgación de la Ley de Financiamiento Universitario, fortaleciendo los mecanismos de entrega de esas ayudas que, en apariencia, hacen ver casi una educación gratuita, atestada de posibilidades de becas y créditos que se pagarán después de dos años de egreso.

Los aranceles suben, los precios de las matrículas también y de las estampillas institucionales; los precios del casino también aumentan y la calidad de los contenidos entregados en el aula, por el contrario, disminuyen (y la culpa no la tienen los profesores). Los rectores de las universidades más afectadas proponen, mediante el Nuevo Trato, la modificación de los instrumentos de financiamiento de la ESUP, cuando sabemos que el instrumento de financiamiento por excelencia es el estudiante. Mientras abogan por Educación Pública, al interior de sus Universidades se aplican medidas de mercado para palear las crisis. Entonces: ¿quién tiene la culpa? Los rectores no son blancas palomas de la paz; respaldaron la gestión de los gobiernos de la Concertación en su totalidad, incluyendo a Patricio Sanhueza, quien además es Presidente del CRUCH regional. Son responsables de las decisiones, y en esa supuesta lucha que dan por la Educación Pública, la pregunta es: ¿hasta dónde estarán dispuestos a llegar?

El estudiante vale su peso en oro, por eso se masificó la ESUP, por eso se flexibilizaron los créditos, por eso aumentaron los cupos de ingreso a las universidades. Se le transformó en un mercado de consumo que fue potenciado por la ideología del estatus, el orgullo de tener un cartón.

(Danilo Billiard)

No hay comentarios:

Publicar un comentario